Ya no son solo herramientas para hablar y escuchar. Con un celular inteligente se puede acceder a cuentas de bancos, rastrear vehículos, ubicar personas y hasta monitorear la seguridad del hogar.
La importancia de la tecnología en la vida cotidiana ha crecido tanto que ya es indispensable para una mayoría que aumenta día tras día, como sucede con los teléfonos celulares.
El problema surge cuando los usuarios dejan de ser racionales y se convierten en adictos a los móviles, cuando las neuronas se centran en los pulgares y el foco de atención pasa a ser una pantalla milimétrica.
¿Trae algún problema el uso en demasía de los celulares inteligentes?
Hasta hace un lustro la adicción a los celulares inteligentes (smartphone) se consideraba improbable, pero fue en octubre de 2010 cuando la Universidad de Stanford determinó que al menos 68 de 200 estudiantes se consideraban “dependientes” de esos aparatos. Otros 60 expresaron temor a caer en esa debilidad algún día.
En ese entonces la Universidad de Connecticut entendía que los adictos a esos aparatos no reunían las condiciones para considerar el problema como una patología, aunque una psiquiatra dominicana entiende que sí.
“Si se compara un cerebro de un adicto al alcohol o a cualquier droga con el de un dependiente de los celulares inteligentes o de la tecnología se podrán ver los mismos cambios neuronales”, dijo la psiquiatra Leticia Ubiñas.
En su opinión, se puede ser adicto a una sustancia, pero también a una actividad o comportamiento.
La opinión de Ubiñas es compartida por su compañera de profesión Elena Hasbún, que pudo comprobar mediante la observación que los dependientes gesticulan con sus dedos mientras duermen, como si tuviesen sus celulares en las manos.
Hasbún, que fue directora de la Fundación Kryssalis, señaló que en los últimos tres meses de vigencia del centro fueron recibidos pacientes de entre 12 y 17 años que debieron ser sometidos a terapias por el uso en exceso de los celulares inteligentes.
El técnico Hiddekel Morrison considera que calificar la adicción a los celulares inteligentes como una patología es un planteamiento extremista.
“No creo que el uso de los smartphone llegue al nivel de ser una enfermedad. Hay más alcohólicos, más adictos al tabaco, al whisky, a la cerveza... que a un dispositivo móvil. No creo, en definitiva, que eso sea una problemática social”, reflexionó Morrison.
Donde se unifican las opiniones es en el concepto de que el problema no son los aparatos electrónicos, sino los usuarios. Morrison apunta: “La tecnología es una herramienta. Quienes tienen las fallas son los humanos que desproporcionan su uso”.
Internet móvil
Entre 2009 y 2010 se incrementó el número de usuarios con internet móvil en República Dominicana más de un 100%. De 100,753 registrados a final de 2009 el número aumentó a 243,645 en tan sólo un año.
La aplicación de la “red universal” en la palma de la mano también ha significado un incremento significativo de las multas de tránsito. En lo que va de año la Autoridad Metropolitana de Transporte ha sancionado a más de 29,000 conductores por tratar de leer, escribir o responder un mensaje de celular mientras conducen.
José Jácquez, director de comunicaciones de la AMET, testifica que ha visto a ciudadanos que sueltan el volante para usar ambas manos en la recepción o envío de un mensaje de texto, lo que es una violación a la ley 241 sobre tránsito.
Pero la hipérbole que presenta la web móvil no sorprende al ingeniero Morrison al estimar que de 9,000,000 de dominicanos con teléfono celular, apenas 300,000 -como mucho- cuentan con un equipo inteligente.
Generación del pulgar
A diferencia de los jóvenes del siglo pasado, la nueva generación se caracteriza por usar más el dedo pulgar que el índice. Esto se debe, según la doctora canadiense Sadie Plant, a que desde pequeños manipulan en exceso las computadoras y celulares.
Las consecuencias de este cambio van desde paralización del pulgar hasta pérdida de la capacidad motora en otros dedos.
La oftalmóloga Ayeska Guerrero precisa que también la córnea -parte más importante del ojo- sufre desgaste.
“Muchas veces se confunde con que el paciente tiene una afección de lentes y no es eso. Es un problema orgánico debido a la sobreexposición de estar constantemente mirando el aparato sin pestañear y con el ojo sin protección”, explica la experta.
Más lejos de los que están cerca
En cierta forma las redes sociales y demás herramientas comunicacionales han anulado las fronteras entre naciones, pero de igual modo han levantado una muralla invisible entre los individuos. Esa hipótesis bien la argumenta la oftalmóloga Guerrero, que plantea: “También éstos han traído problemas sociales. No nos comunicamos de forma directa para adentrarnos en un mundo virtual”.
Pero la catedrática Wanda Ramírez es más severa en su planteamiento: “Están deteriorando el idioma. Escriben con palabras inventadas, expresan sentimientos o actitudes con íconos cuando pueden hacerlo textualmente y de forma correcta”.
“Se comprende que una persona con poco o bajo nivel académico escriba con faltas ortográficas, pero a un estudiante universitario o profesional eso le queda mal. Denota que tiene poca preocupación por la principal herramienta que va a utilizar, que es el buen manejo de la lengua”, afirma.
Adicción o no, la dependencia de estos aparatos es evidente. Todo indica que el número será mayor cada día. En este caso se espera que mantenerse conectados no signifique desconectarse de la realidad.


lunes, octubre 17, 2011
ComunidadRD
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