27 marzo 2012

La sangre artificial a partir de células de la piel se probará en humanos en diez años

                    
Contar con una fuente inagotable de sangre, fácil de conservar y sin depender de la donación de otras personas parece un sueño cada vez más cercano. El investigador japonés, Koji Eto, un pionero en la investigación de «sangre artificial» le ha puesto incluso fecha. En tres o cuatro años se podrá poner en marcha un estudio piloto con dos o tres personas y, si todo marcha según los planes previstos, en diez años un grupo numeroso de pacientes ya podrá probar sus primeras plaquetas fabricadas en el laboratorio. Eto explicó sus avances en España, invitado por la Fundación BBVA.

Su sangre artificial se obtiene a partir de células de la piel, utilizando técnicas de reprogramación celular. Esta tecnología permite transformar una célula adulta en cualquier tipo celular. Y en el caso de la sangre, el equipo de Eto ha logrado que las células de la piel se transformen en el laboratorio en megacariocitos, las células precursoras de las plaquetas. Estas células se pueden conservar por congelación, listas para su uso cuando sea necesario.

En experimentos con ratones, esas células inyectadas funcionaron igual que las plaquetas. «Pero aún no se ha conseguido un sistema de cultivo eficiente que permita producirla en cantidad suficiente», reconoció Eto.

Falta por saber si en organismos humanos, los resultados son igual de buenos que los obtenidos en la experimentación animal. Y también cómo obtener otros componentes fundamentales de la sangre como son los glóbulos rojos. En esto caso se trataría de crear eritroblastos, las células precursoras de los glóbulos rojos. El grupo de este investigador japonés ya investiga cómo conseguirlo y ha conseguido una primera línea celular. Este proceso es más complejo que el de las plaquetas.

Koji Eto trabaja en la Universidad de Kioto, en el mismo centro que Shinya Yamanaka, el «padre» de las llamadas células madre pluripotentes inducidas o IPS. Él fue el primero que demostró que una célula adulta de la piel puede comportarse como si fuera embrionaria, es decir convertirse en una neurona,una célula muscular, cardiaca...o cualquiera de los más de 220 tipos celulares de un organismo humano. Su trabajo zanjó un debate ético sobre el uso de embriones y la clonación terapéutica al demostrar que para intentar curar ya no era necesario ni crear ni destruir embriones humanos

 
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